El proyecto surge del anhelo de resignificar un espacio vacante y en desuso, consecuencia de un generoso retiro, que no es usual encontrar dentro de los límites de la ciudad. La demolición de un techo de tejas preexistente, sobredimensionado y obsoleto, dio lugar a una nueva estructura, con el mero objetivo de invitar a la reunión y estimular el disfrute. Un espacio donde coexisten recíprocamente el paisaje y la arquitectura. Una estructura liviana que se posa levemente, casi en puntas de pie.

En el perímetro reside el fundamento del proyecto: el jardín. Constituido por una sucesión de elementos que resguardan sin obstaculizar las visuales, logra establecer una distancia precisa entre el interior y el borde. Una reja, un macetero, una baranda. Sucesivas capas que dan profundidad y reparo. Un tamiz de paisaje filtra las visuales, dá privacidad y vida. La vegetación, se apropia de la arquitectura, atraviesa los límites y rebalsa. Un paisaje que no estaba allí, y que fue minuciosamente incorporado con el fin de crear un oasis, en medio de la traza urbana.